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Rafael Marcos Montés

Con manifiesto júbilo el kábila Rafael Marcos Montés asumía la presidencia de la novel Sociedad de Festeros, creada con la autorización y rúbrica del Gobernador Civil de Valencia, José Botella Andrés, el 30 de marzo de 1880. Fue la mayor recompensa a una larga y notoria agenda de trabajos, reuniones, conversaciones y epístolas mantenidas durante meses, tras la conclusión de los festejos de 1879.

El nuevo y primer presidente electo, carente de antecedentes y de buena conducta, contaba, en aquellos momentos, con 31 años de edad y era propietario de una abacería en la calle Iglesia nº15. En dicha dirección habitaba junto a su esposa Ana Mª Martínez Martínez, dos años menor, con la que había contraído matrimonio en el templo de Santa María el 29 de octubre de 1870, y con su única hija Leopolda de 9 años.

Su función al frente de la sociedad dio oficialmente inicio la tarde del jueves 1 de abril, presidiendo la Junta Extraordinaria celebrada al efecto y en los actos oficiados al atardecer del domingo siguiente. Se abrían las puertas a una nueva etapa de convivencia festera y devoción, que culminaría tras las fiestas de 1881, concretamente el domingo 18 de septiembre, cuando fue relevado de su cargo por José Martínez Martínez. 

Los festejos de 1880 y 1881 fueron cultivados junto a su junta directiva con esmero, contando para ello con la participación de las filadas de Cruzados vulgo Capellans, Estudiantes, Marineros, Tomasinas, Contrabandistas, Suavos, Moros Marinos, Cávilas (sic), Moros de la Luna (sic), Turcos y Caballería Mora. Entregó cuerpo y alma a los vecinos que habitaban este pueblo. Loó igualmente al patrón de moros y cristianos, habitante de la ermita de Santa Ana. Un templo levantado en lo alto de la loma del mismo nombre, que fue lazareto en tiempos de epidemias y calamidades. Dicha ermita contaba con una capellanía fundada en julio de 1872, por el Pbro. José Fernández de Mesa y Fita, contando con un capital de 15.000 ptas. nominales en títulos de la deuda del Estado al 4% y renta líquida de 468 pesetas.

La fiesta es evocación de momentos significativos, que él vivió en su niñez y adolescencia. Podemos precisar su pertenencia a la filada de Kábilas. Nacida tras los bélicos episodios carlistas desarrollados en nuestra tierra, ofreciendo su generosidad, sentimientos y emociones, siendo testigo de excepción de: el encrespado epistolario mantenido entre la primera autoridad local, Francisco de Paula Osca Pascual del Povil, y el arzobispo de Valencia, cardenal Antolín Monescillo Viso; las discrepancias habidas entre el párroco de Santa María, Salvador Morell Monmeneu, y el de San Carlos, José Ramón Ferri Sancho, manifestadas de forma singular durante la fijación del itinerario de la procesión general de 1880, en la que tuvo que intervenir el gobernador de la mitra valentina Dr. D. Lorenzo Carcavilla, ante la ausencia del arzobispo; pero sobretodo padecer el tan llevado y traído atuendo y conducta dels Capellans, que tantos comentarios levantó y ríos de tinta hizo correr en la prensa de la época, desde su reaparición en 1878, hasta su expulsión en 1882, por una orden del Ministro de la Guerra, general Martínez Campos, según acuerdo del Consejo de Ministros.

La pérdida de los libros de actas de la Sociedad de Festeros, y de forma especial del primero, nos privan de conocer otros detalles de su trayectoria festera, junto a los entramados organizativos de la anual celebración, de la que fue tesorero en 1900. Fue uno de los socios fundadores de la Sociedad de Socorros Mutuos La Previsora, cuya presidencia aceptó en 1882, 1885 y 1893. Pronunció además un importante discurso cuando quedó inaugurada la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Onteniente el 15 de febrero de 1885, siendo miembro de su junta directiva desde el 10 de febrero de 1903 hasta el 1 de febrero de 1905.

  Tras abandonar este mundo su esposa el 7 de marzo de 1908, contrajo nuevas nupcias tres meses después a la edad de 58 años, con la también viuda Antonia Torró Tortosa de 54 años. Con esta segunda compartió su vida hasta 1927 en que, nuevamente, y viudo de nuevo, entregó en su domicilio su alma al Hacedor a las 9 de la mañana del sábado 20 de octubre de 1928, a los 79 años, a causa de la debilidad senil que padecía, según el certificado del facultativo inscrito en el Registro Civil, ante Amadeo Martí Boscá, Juez Municipal y años antes alcalde de Ontinyent.  

Hijo de Rafael Marcos Martí y Teresa Montés Mora, encabezó la inédita lista de presidentes de la ya centenaria Sociedad de Festeros siendo, como la mayoría de ellos, humilde, generoso y bondadoso en su entrega a la fiesta y en la búsqueda de la paz y la concordia entre los festeros, a pesar de la continua sucesión de sorpresas encontradas en su camino. Heredaba, dentro de esta nueva institución, la tarea de promover y renovar la fiesta, año a año. Una labor que en anteriores ediciones había asumido principalmente el casino El Porvenir (con sus respectivos presidentes y juntas), así como la Junta Directiva de Fiestas; no debiendo incurrir en el error de adjudicar a algún presidente del casino como primer presidente de la Sociedad de Festeros. Escribió su nombre con letras de oro en nuestra historia, algunas veces maquillada y retocada. No firmó en libro de honores, ni reclamó oropeles, ni solicitó infundadas frases y palabras de desagravios. Fue de esos seres capaz de llenar los huecos que la historia no pudo, no supo, o no quiso llenar, con su mente, trabajo y fe.

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